MICRORRELATO I
Venecia
El agua salada acaricia los muros
y penetra en las grietas,
apoderándose despacio
de la piedra pálida y desvaída
en un constante abrazo húmedo.
Sueña el Adriático
con llevarse todo al fondo:
los portones, los arcos, los puentes,
para que nadie los toque,
o para recordarnos en ese lento deceso,
que todo es efímero, frágil,
y que la levedad planea
sobre los pliegues del tiempo,
por mucho que la historia se resista
a desvanecerse.


