MICRORRELATO I

Nueva York

En Manhattan puedes extender los brazos
y sentir el aliento de la soledad dulce
en medio de una turba interminable
en constante movimiento.

Puedes detenerte a gritar alto,
disfrazarte de cualquier cosa
o irte al infierno
si te apetece.

Nadie
nunca
te señalará con el dedo.